6:30 de la mañana, salto de la cama sin darme opción a plantearme si sí o no. Ejercicios de movilidad para activar mi maltrecho tobillo, tanque de café y en pocos minutos estoy en la calle.
El frío y la humedad se me meten hasta los huesos mientras espero que llegue la señal a mi reloj. La música me ayuda a no pensar, a no dejar que aparezcan las dudas o la pereza. Si algo me ha regalado la experiencia es saber mantener a raya a las excusas. Esas que pasan de manera ordenada por mi cabeza cada mañana al calzarme las zapatillas.
Como siempre el primer kilómetro se me hace eterno, después todo empieza a fluir. A partir de entonces mi energía y mentalidad se anclan en mis zancadas, en cumplir con mi sesión de entrenamiento, en disfrutar.
Sin duda una de las mejores cosas que he aprendido desde que soy corredora de fondo es a aprender a invertir mi energía en las cosas adecuadas, a entender que pensar en mí no es la mejor manera de quererme.
Cuidarme para poderme cuidar, ese es el secreto. No ha sido nada fácil entender que pensar en mí no es un acto de egoísmo. Cuando eres mamá de dos niños y profesional encontrar tiempo para ti se convierte en una ardua tarea. Es fácil que nuestro rol de madre nos aplaste, que el sentimiento de culpa te acabe limitando o que acabes aceptando que las madres debemos vivir siempre abnegadas o sacrificadas.
Mantener el equilibrio entre los demás y yo, robar tiempo al tiempo para poder mimarme, buscar ese momento del día donde puedo estar a solas conmigo misma con tranquilidad. Eso es lo que me regala a diario mis entrenos al alba. Conectar con mi interior, hackear mi estrés, mejorar mi salud emocional, energizarme. Parar para reflexionar, para soltar responsabilidad, para huir del agotamiento que vacía el vaso.
Entrenos de muchos kilómetros que me permiten conocer mis necesidades, que me empoderan, que me recuerdan que el trabajo, la perseverancia y la confianza deben ser siempre mis grandes aliados de viaje. Que me regalan tiempo para pensar, para decidir, para mantener mi centro de valores y sacar mi mejor versión. Que me convierten en el mejor ejemplo que mis hijos adolescentes pueden tener.
Si yo estoy bien los míos también lo estarán, ese es el mantra que me repito en cada uno de mis rodajes cuando mi mente me pregunta si tanto esfuerzo merece la pena. Porque ser protagonista de tu vida, proponerte retos no te convierte en una persona desinteresada ni egoísta sino en alguien feliz. Si somos capaces de disfrutar de la vida las personas a las que acompañas a diario también lo harán.
Quererte para poder querer, para poder educar desde la calma y la armonía, sin una carga mental que nos mantenga siempre en alerta o malhumoradas. El deporte me carga de positivismo y potencia mi autoconocimiento, me ayuda a desafiar mis propios límites y llena mi vida de ilusión y nuevas oportunidades.
Ojalá todas las mamás fuésemos capaz de cuidarnos, de respetarnos, de enseñar a nuestros hijos la importancia de marcarnos retos en la vida. Entender qué ocuparnos de los demás no significa despreocuparnos de nosotros mismas.
Crear una familia de deportistas, ese fue uno de los grandes objetivos de KOA Distance desde el primer momento. Una familia en la que cada miembro se sienta único y atendido, en la que cada detalle sea un símbolo de su valentía y un recordatorio de que su paso por la prueba deja huella.
Es por ello que cada dorsal en KOA Distance es único, intransferible y atemporal.
Bajo la premisa de David y Miguel Ángel: “Cuidamos a los deportistas como nos gustaría que nos cuiden”, decidimos que los dorsales se enumerarían a partir del 01 e irían de forma ascendente, respetando el orden de inscripción en la prueba y que una vez asignado un número a un participante este le pertenecería de manera vitalicia.
Si un participante decide repetir la prueba, siempre tendrá el mismo número de dorsal, pero si solo participa una única vez, su número nunca más será usado y quedará como un recordatorio de su paso por el primer medio Ultraman del mundo.
En cada dorsal hay un número, pero para nosotros, el equipo detrás de KOA Distance, son en realidad rostros, personas con historias de superación que hacen parte de nuestra familia. Por eso, cada dorsal que se imprime está lleno de orgullo y admiración.
KOA Distance no es una prueba para todos, hay filtros, sin embargo, quienes se atreven a unirse tienen garantizado un reto exigente pero bonito, que dejará grabado su nombre y su historia en la prueba con el número de un dorsal.
Las bicis aparcadas frente al local nos daban la bienvenida a Arregui Velázquez, un espacio madrileño dedicado al diseño y la construcción de bicicletas a medida. Dentro, un taller con abundante luz natural acompañaba la cercanía y espontaneidad de las personas que nos recibieron. De forma muy casual, nos servimos un café, tomamos sillas y butacas y nos sentamos en un círculo no planeado para conocer más sobre la vida y el trabajo de Andrés (diseñador/constructor), de Eduardo (diseñador/mecánica) y de Jaime (comunicación y RRSS).
¿Quién es Andrés?
A: ¡Yo! (risas) Andrés es de formación químico, Doctor en química y ahora se dedica a diseñar y construir bicicletas. Y músico de toda la vida, de saxo. Empecé con 19 años y se supone que iba a ser músico, pero como la música que me molaba no le interesaba a nadie, pues la dejé y empecé a meterme más de lleno en la ciencia. Pero, a la vez que estaba terminando la tesis, escribiéndola para defenderla, pillamos, en la Calle Noviciado, un taller de 30m, Dudu (Eduardo Gasca) y yo. Al principio solo para arreglar nuestras bicis o para arreglar las de los demás pero, poco a poco, se fue convirtiendo en un “yo lo hago y tú me lo pagas”, hasta que ya me dediqué solamente a la parte de diseño y construcción de bicicletas.
Sabiendo quién es Andrés, ¿qué es Arregui Velázquez?
A: Arregui Velázquez es mi manera de hacer entender, construir y diseñar las bicicletas. Nunca he sido muy fan del ciclismo de élite o competición ni de las grandes pruebas, pero la bici ha estado en mi vida toda la vida. A mí siempre me ha molado la bici como medio de transporte, pero cuando te pones a diseñar y a hacer, entiendes que la bici se puede interpretar de mil maneras distintas. La gente, cuando dices “bicicleta”, ve a un tío en licras, cuando el 98% del uso que se le da en el mundo entero es distinto a ese. Hay mil cosas, desde un tipo llevando una tonelada de paja en la bicicleta, a llevar a los niños al cole, a dar un paseo por la ciudad, a través de un velódromo… Y Arregui Velázquez es un poco la manera de entender las bicicletas y sin Jaime ni Dudu no sería lo mismo. Sin ayuda no puedes conseguir hacer las cosas con la misma calidad.
¿Os consideráis artesanos, un taller o qué palabra elegirías? ¿Cómo defines lo que haces?
E: Bueno, artesanos puede ser en ese sentido en el que trabajamos la materia prima, que son los tubos, y creamos un producto final. A nivel mecánico, pues no tienes tanto esa labor artesana, sino que es un poco más conocimiento a la hora de elegir los componentes e integrar, adecuándose a las necesidades del cliente y a buscar un tipo de montaje que sea acorde con la estética y, lógicamente, con el uso que se le va a dar a esa bicicleta.
J: Es solución de problemas. Yo creo que aquí, por ejemplo, en mi caso, artesanía hay cero. Soy un manazas. Yo creo que la cosa aquí es que somos unos solucionadores de problemas, alguien viene y tiene una duda que no le consiguen resolver dentro de la industria tradicional de la bicicleta y aquí consiguen sacar un producto.
A: Taller somos, artesanos somos, diseñadores también. Educadores también. Creo que va más allá de la solución de problemas, cuando viene alguien aquí está buscando ir un poco más allá en lo funcional y en lo estético, llevándolo a lo máximo que se pueda. Aquí hacemos mil cosas, ojalá fuera solo estar en el taller y hacer (bicis). Si quieres sobrevivir, la única manera para hacer lo que queremos hacer y hacerlo bien es cultivando distintas áreas, tienes que trabajar la comunicación, tienes que mejorar el equipo, tienes que cuidar la técnica, tienes que estar al día de todas las cosas nuevas que puedes incorporar. Que no es solo artesano. Eres empresario, diseñador, artista, psicólogo (risas), el que barre el suelo, el que contesta emails, el que hace absolutamente todo. Entonces, es un modelo de negocio muy pequeño en el que tienes que hacer un montón de cosas.
¿Hace cuánto nació la idea de hacer bicis personalizadas?
A: De llevar años montando en bici por Madrid, pues de repente, me tracé un poco el objetivo de conocer la mecánica de la bicicleta y dije “Ostras, lo interesante aquí es cambiar la geometría del cuadro”, ver qué pasa y tener control absoluto sobre el proceso. Eso empezaría en el 2007-2008.
¿Qué destalles son los que distinguen a una bici Arregui Velázquez?
E: Primero se hace un estudio previo de la persona que la va a llevar (la bici) y el tipo de uso. Ya a partir de ahí haces una geometría que está pensada para la bicicleta que estás construyendo, que eso es algo que las grandes marcas no ofrecen. Aquí puedes buscar, por ejemplo, una bici que esté entre dos disciplinas o algo que sea más versátil o si quieres un nivel mayor de personalización… y el sello o lo que distingue una bicicleta Arregui Velázquez es tener la capacidad de poder elegir todo. Partiendo de la geometría, el tipo de acabados, por donde quieres que vayan los cables, qué tipo de ruedas quieres montar, qué tipo de apoyos quieres tener… Es ese nivel de detalle, de poder llenar un abanico muy amplio de posibilidades de uso de la bici y de poder definirlas tú.
A: Y para todo esto que está diciendo Edu, yo creo que el mejor material es el acero, puedes hacer muchas cosas que con otros materiales no se puede. Yo creo que la idea es hacer pocos cuadros, pocas bicicletas, pero lo que esté hecho esté de la mejor manera posible. Tratando de usar los mejores materiales y si al final es menos rentable porque nos va a llevar más tiempo, pues ese es el tiempo que necesitas para hacer el cuadro de esa manera. La bicicleta tiene que tener un carácter determinado para que funcione con esa persona y en ese uso. Primero tiene que estar bien diseñado y luego tiene que estar bien hecho, eso significa que tienes que respetar las propiedades del material en todo lo que puedas, que el cuadro tiene que estar centrado y que todo tiene que estar como debe estar. Luego ya entramos en la estética, pero primero debe cumplir esas cosas y ese es el objetivo.
¿Cuánto tiempo hay detrás de cada bici?
A: Pues depende. Si es una bicicleta de pista, por ejemplo, de tubos redondos normales, que no tienen formas raras que pueden complicar la construcción, 30 horas, o algo así, solo hacer el cuadro. Primero, tienes que hacer el contacto. Si la persona viene aquí y te lo cuenta va a ser más rápido, si está en Escocia, vas a tener emails cruzados o vas a tener que hablar más veces. Y si surgen pequeñas cosas que puedes hacer de una manera u otra y quieres consultar, entre que se ponen en contacto, se llega al punto de qué es lo que se va hacer, se elabora el presupuesto… lleva tiempo. Muchas veces los plazos no dependen de mí, si hay que repetir la pintura, si me doy cuenta que la puntera que se iba a utilizar no es la más adecuada… me gusta trabajar con mucho nivel de detalle y digo sí a casi todo.
¿Qué es lo más difícil del proceso?
A: El diseño, sin duda. La parte técnica no es que esté superada porque siempre se mejora en ese sentido, pero lo más importante y lo más difícil es el diseño: para quién y para qué, luego cómo coges toda esa información, la adaptas y la metes en el diseño.
¿De dónde viene tu inspiración? ¿Cuáles son tus influencias?
E: Como en muchas otras profesiones, simplemente intentas aprender de todo lo que hacen otras personas que están metidas en el tema de la construcción de cuadros y bicicletas custom, tanto en redes sociales, por ejemplo, en Instagram estás viendo lo que están haciendo en Japón, lo que están haciendo en Estados Unidos, lo que se está haciendo en Inglaterra.
A: Al principio yo estaba muy preocupado por “qué dice el gran maestro de esto”, “cómo hacen los grandes maestros esto” hasta que de repente te das cuenta que puedes hacer las cosas de mil maneras y ahí vuelve la ciencia. Y digo: “Joder, que tontería, si tengo una educación brutal para entrar a los problemas desde una perspectiva única, conociendo la materia de verdad”. Entonces, me quedo con unas cuantas referencias, gente que me gusta mucho cómo trabaja y, sin querer ir de sobrado, empiezas a decir “fíate más de tus instintos, trabaja tú en tu línea”. Pero, aún así, yo no dejo de mirar sobre todo a la gente que realmente me gusta y que me cae bien. Por ejemplo, me gusta mucho Matthew Sowter de Saffron Frameworks (UK), el modelo de negocios de Steve Shand de Shandcycles (Scotland), está David Kirk de Kirk Frame Works (USA) y Cherubim (Japan). De España, claramente, Aimar de Amaro Bikes. Hay que pillar inspiración de todos los lados. Ahora voy a trabajar en la Escuela Superior de Diseño y una de las razones por las que he dicho que sí, es por la oportunidad de estar con chavales de 23- 24 años y ver que piensan de todo esto.
J: Yo creo que aquí está todo muy influenciado por el estado de ánimo y por la música con la que podemos estar una temporada a juego, creo que influye mucho en los colores, siempre hay una conexión (risas) ¡es verdad!
¿Próximos proyectos, novedades?
A: Todas las cosas guays que se te puedan ocurrir van a ocurrir este año, es increíble. No significa que vayamos a ganar más pasta o que vayamos a forrarnos y a ser famosos, pero tenemos un proyecto secreto súper interesante; el tema de los cursos (incluyendo el de mecánica con Eduardo), volveremos hacer el Once Avenidas que es una celebración de la bicicleta que hacemos desde nuestra inauguración…Y un mogollón de cosas más. Promete bastante.
Si tuviésemos que escoger un gesto para definir KOA sería este, el abrazo. Ese abrazo que ahora tenemos prohibido y que tenemos guardado en nuestro interior gritando que acabe esta situación.
KOA Distance es una prueba única, humana y familiar, llena de gestos, respeto, abrazos y solidaridad. Una prueba tan humana que antes de tomar la decisión ha contactado a todos los inscritos para contar con su opinión en estos momentos tan complicados que nos está tocando vivir. Una prueba que justamente pretende eso, ser una familia, una familia a la que ahora nos toca cuidar y poner a salvo.
Por ello, la organización ha decidido aplazar la prueba, la prioridad es la seguridad y salud de participantes, equipos de apoyo, voluntarios y organización. Las nuevas fechas son 9-10-11 de octubre 2020.
Para todos los que estamos involucrados en KOA ha sido una decisión difícil, hay mucho trabajo detrás de todo esto y estábamos listos al 100% para la realización de la prueba. Nos toca rehacer muchas cosas, del mismo modo que a todos nos toca replantear nuestras pruebas y nuestros planes de entrenamiento, pero continuar con la fecha inicial es insostenible debido a la situación que estamos viviendo.
Os esperamos en octubre para darnos todos los abrazos que estamos guardando estos días y celebrar que juntos hemos vencido este virus. Ahora más que nunca, #sévaliente.
Descubre AHORA. El vídeo que hicimos para afrontar juntos esta situación.
La Firma Valenciana: L’Oronet. La Ruta de KOA Distance
Era la recta final, solo
hacía falta un último esfuerzo para coronar la cima del día más duro de la
prueba, el segundo. Su espectacular paisaje, lleno de vegetación, y la promesa
de ser un valiente alentaban el camino de uno de los puertos obligatorios para
todo ciclista que llega a Valencia.
En el corazón de la Sierra Calderona, se alza L’Oronet.
Para los participantes de KOA Distance el paso por este puerto tienes dos etapas. El primer día se sube por la vertiente sur de la montaña. Durante el recorrido se atraviesa la localidad de Serra, siendo este uno de los puntos fuertes de la subida, alcanzando el 11%, pero se suaviza tras salir del municipio. A partir de ahí, solo quedan 3km de los cuales 1,5 km son alrededor del 5% y los últimos 1,5 km casi al 7% hasta llegar a la cima. A continuación, durante este primer día, se desciende por la cara norte del puerto para enlazar con el temido Puerto de La Frontera.
Durante el segundo día, el más retador de la prueba, después de superar los puertos de Alcublas, Montmayor, Almedíjar y Eslida, se afronta de nuevo el Puerto de L’Oronet, esta vez por el lado norte, desde Torres-Torres. Subida más larga pero más cómoda, de menos de 6 km y un desnivel medio de 5%, con un máximo de 9%, donde el mayor enemigo puede ser el calor, por la falta de sombra en los últimos kilómetros dado que esta parte del recorrido coincide con las horas centrales del día. Finalmente, una explanada al lado del emblemático Bar del mismo nombre que el puerto, da la bienvenida a cada uno de los valientes que logran cruzar la meta del segundo día. Durante las 3 ediciones que ya hemos celebrado, el 25% de los valientes han llegado fuera de tiempo o no han acabado esta etapa. Sin duda, la piedra de toque de nuestra prueba, el día 2.
Por ambos lados L’Oronet es un puerto tendido, de leves pendientes, una altitud de 493m con buenas vistas y vegetación, lo que probablemente lo convierte en el puerto más transitado de la Comunidad Valenciana. Si se desea ubicarlo solo hay que saber que se encuentra al lado del Garbí, la montaña más alta de la zona, visible desde el Mediterráneo.
Una propuesta ideal para
ciclistas de todos los niveles.
Desde los más amateurs, hasta el propio Alberto Contador han cruzado sus bicicletas por esta montaña. De hecho, en el 2.017 fue incluida en la 6ta Etapa de La Vuelta de España, lo que pone de manifiesto su importancia dentro de la cultura ciclista nacional.
Cabe destacar que es
ideal tanto para pedalear como correr y no solo ciclistas de asfalto disfrutan
de sus paisajes, quienes practican ciclismo o carreras de montaña también encuentran
en L’Oronet un aliado que no les dejará indiferentes.
Así que nada puede generar dudas. Si vienes a Valencia, tienes una cita obligatoria por su puerto insignia, L’Oronet. El único puerto que se sube dos veces en KOA distance, una vez por cada lado y en días distintos.
Así nació KOA Distance. La distancia de los valientes.
Lo que sucedió antes de la idea
Si nos preguntas, tanto a Miguel Ángel como a mí, (habla David Baldoví) te diremos que la idea nació un sábado de abril de 2016, probablemente el 16 o 23 de abril, pedaleando por la Sierra Calderona. Pero si realmente reflexiono y me tomo tiempo para contestar esta pregunta, echaría la vista más atrás.
Echaría la vista atrás y viajaría hasta Hawaii, justo en noviembre 2015. Allí y en esa fecha Miguel Ángel se enfrentaba al Ultraman World Championship, después de clasificarse para ello en Florida en febrero de ese mismo año. Yo tuve la suerte de acompañarlo a Hawaii, junto a Cristian Contador y Carlos Ferrando, fisioterapeuta y nutricionista, amigos en común y colaboradores de KOA Distance.
Allí, en Hawaii, sin darnos cuenta, estábamos viviendo una experiencia extradeportiva que en verdad no fuimos a buscar. Nos enamoró la isla, nos enamoró la distancia, pero sobre todo nos enamoró el espíritu y la camaradería que se vivía en aquella prueba.
Los participantes se animaban unos a otros, se deseaban suerte antes de empezar, se daban consejos y trucos, se abrazaban al llegar a meta. No importaba el idioma, la nacionalidad, la raza o la condición física, allí cada uno de los participantes iba a cumplir su objetivo, el de superarse a sí mismo.
Nos
fascinó también el espíritu de equipo. Todos y cada uno de los miembros de cada
uno de los equipos de apoyo estaban allí para ayudar, tanto a su deportista
como al resto de participantes. Recibíamos consejos, ayuda y cualquier cosa que
necesitáramos. De nuevo no importaba la raza o la religión, solo importaba que todos
cumplieran su sueño.
Y por
último nos enamoró el carisma y la sencillez de la organización. Capitaneados
por la entrañable Jane Bockus, cercana y sencilla. Para ellos el objetivo
estaba claro, la seguridad de los deportistas era lo principal.
Al
volver de este viaje interiorizamos muchas cosas. Creíamos que lo principal
había sido descubrir por qué hacemos las cosas que hacemos y qué buscamos en el
deporte de larga y ultra distancia, pero, sin darnos cuenta, también habíamos
absorbido un estilo de prueba muy singular.
Entonces sí, cuando fuimos conscientes de todo ello, Miguel Ángel tuvo la estúpida idea de montar el primer medio Ultraman del Mundo. Entonces sí, en una salida en bici, de las que podemos hacer cualquier sábado y acabando en Che Bici, la tienda de nuestro amigo Gus, mecánico de KOA Distance, tomando un bocata y una cerveza, surgió la idea.
Allí
estábamos varios compañeros, la mayoría nos dijeron que ni lo intentáramos, que
era una locura, que quienes éramos para montar algo sin experiencia, que era
una idea sin sentido… yo me quedé callado, escuchando a todos y pensando.
Esa
misma tarde llamé a Miguel Ángel, le dije que yo si veía la idea y que podíamos
probar a darle forma. Solo le puse una condición, si lo hacíamos lo haríamos
bien, sin prisas, sin modas, pero siempre bajo la premisa de disfrutar del
camino.
Acabo de
leer el primer correo que nos cruzamos sobre este tema y la verdad me he emocionado,
lo mejor de todo es que lo hemos hecho todo como lo planteamos. Ha sido
sencillo, pues el entendimiento fue mutuo y lo sigue siendo.
Así que nos pusimos manos a la obra, nos veíamos los domingos por la tarde, en el bar al que teníamos costumbre de ir, de hecho, seguimos haciéndolo igual. Nos tomábamos un par de cervezas e íbamos avanzando y comentando. A los pocos días estábamos de acuerdo en crear una prueba humana, familiar, única y original.
Pensaba
que ese viaje a Hawaii, sin quererlo, fue el origen de KOA Distance. Pero no,
me he puesto a recordar y creo que hay un momento anterior donde surgió la
semilla, esta vez sí y rotundamente sí, sin saber lo que vendría.
Miguel Ángel acababa de llegar de Ultraman Florida, febrero 2015, yo lo conocía solo medio año. Y celebró con una fiesta su cumple y su hazaña de acabar el Ultraman. Esa noche, después de varias copas y muchas risas me dijo una frase: “Algún día tu y yo tenemos que montar algo”.